“La casa de Bernarda Alba” Federico García Lorca

http://www.vicentellop.com/TEXTOS/lorca/La%20casa%20de%20Bernarda%20Alba.pdf
(Pages 22,23,24)

Acto Primero

La Poncia:
No tendrás queja ninguna. Ha venido todo el pueblo.
Bernarda:
Sí, para llenar mi casa con el sudor de sus refajos y el veneno de sus lenguas.
Amelia:
¡Madre, no hable usted así!
Bernarda:
Es así como se tiene que hablar en este maldito pueblo sin río, pueblo de pozos, donde siempre se bebe el agua con el miedo de que esté envenenada
La Poncia:
¡Cómo han puesto la solería!
Bernarda:
Igual que si hubiera pasado por ella una manada de cabras. (La Poncia limpia el suelo) Niña, dame un abanico.
Amelia:
Tome usted. (Le da un abanico redondo con flores rojas y verdes.)
Bernarda:
(Arrojando el abanico al suelo) ¿Es éste el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro y aprende a respetar el luto de tu padre.
Martirio:
Tome usted el mío.
Bernarda:
¿Y tú?
Martirio:
Yo no tengo calor
Bernarda:
Pues busca otro, que te hará falta. En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi padre y en casa de mi abuelo. Mientras, podéis empezar a bordaros el ajuar. En el arca tengo veinte piezas de hilo con el que podréis cortar sábanas y embozos. Magdalena puede bordarlas.
Magdalena:
Lo mismo me da.
Adela:
(Agria) Si no queréis bordarlas irán sin bordados. Así las tuyas lucirán más.
Magdalena:
Ni las mías ni las vuestras. Sé que yo no me voy a casar. Prefiero llevar sacos al molino. Todo menos estar sentada días y días dentro de esta sala oscura.
Bernarda:
Eso tiene ser mujer
Magdalena:
Malditas sean las mujeres.
Bernarda:
Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nacecon posibles. (Sale Adela.)
Voz:
¡Bernarda!, ¡déjame salir!
Bernarda:
(En voz alta) ¡Dejadla ya! (Sale la Criada.)
Criada:
Me ha costado mucho trabajo sujetarla. A pesar de sus ochenta años tu madre es fuerte como un roble.
Bernarda:
Tiene a quien parecérsele. Mi abuelo fue igual.
Criada:
Tuve durante el duelo que taparle varias veces la boca con un costal vacío porque quería llamarte para que le dieras agua de fregar siquiera, para beber, y carne de perro, que es lo que ella dice que tú le das.
Martirio:
¡Tiene mala intención!
Bernarda:
(A la Criada.) Déjala que se desahogue en el patio.
Criada:
Ha sacado del cofre sus anillos y los pendientes de amatistas, se los ha puesto y me ha dicho que se quiere casar. (Las hijas ríen.)

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