Marston narra cómo una muchacha  opta por cambiar radicalmente de vida ante la falta de oportunidades a que la somete el día a día en su pueblo del interior colombiano. Ni su vida  , novia eterna de un chico más hecho a la rutina que a las efusiones del cariño; ni un trabajo alienante y embrutecedor parecen garantía de un futuro  . Y por eso, más el azar, María termina convertida en correo de uno de los tantos carteles que se dedican al narcotráfico a   escala.

La película escapa de cualquier  moralizadora para centrarse, en un tercio final agónico e  , en todos y cada uno de los pasos que deberá dar la protagonista cuando se enfrente a una realidad que desconoce, en un país cuya lengua ignora y cuyos hábitos de vida la sorprenden, más que  . Y a la postre, la película termina constituyendo un camino de autosalvación, una curiosa   personal exenta de truculencias (la cámara de Marston es siempre cuidadosa a la hora de mostrar las consecuencias trágicas del tráfico), un camino de redención para alguien que tiene las  , aunque se coloque del otro lado de la ley, de coger limpiamente su destino en sus manos y pelear para salir  .